La casa y la encina
El caso es que esta casa la diseñé con la estructura prácticamente acabada. Los propietarios acudieron agobiados a mi amigo Javier (Dyo), genial interiorista con el que es un gustazo trabajar.
Desesperados veían que la estructura se acababa y que el diseño de la casa no les hacía ilusión. ¡Qué terrible situación! Tantas fuerzas y medios invertidos para que no te guste lo que se está construyendo.
Nos pusimos manos a la obra de inmediato, no había tiempo que perder, la obra no podía pararse y había que contratar la albañilería, instalaciones y demás.
Sólo podíamos y teníamos que contar con la estructura del edificio.
El armazón de hormigón armado se erguía sobre un risco para asomarse a la campiña malagueña y una solitaria encima se resistía a que la desocuparan de la parcela.
Lo vimos claro…
…la casa debía mirar y proyectarse hacia el horizonte, mirando al fabuloso paisaje de Coín.
…abrazaría la cornisa de piedra debiendo prolongar esta por la fachada.
…y rozaría sutilmente al habitante más antiguo del solar. Saludaría y velaría la encina, inclinándose sutilmente hacia ella.
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